Rubén Alcaráz diseñó un sistema capaz de eliminar el volcado en una cava y la estercolera como única salida. Se trata de una pista de compostaje a base de aserrín y cáscara de arroz capaz de generar hasta 900 tonelada anuales de una enmienda orgánica con altos valores en Materia Orgánica y Carbono.
Apasionado, Alcaráz investigó por su cuenta distintos métodos en varios países hasta diseñar una síntesis adaptada a las condiciones ambientales de la región. Tomando varias ideas de distintos modelos, la máquina se construyó en gran parte en un taller artesanal (de Rodrigo Baroni) de San Justo.
La granja Don Darío está ubicada a unos 30 kilómetros al norte de San Justo en el distrito de Marcelino Escalada, surgió en 2013 con el objetivo de agregarle valor a los granos, que en ese momento sufrían altos descuentos por las retenciones. Como el lugar era “virgen” de enfermedades, la mejor opción no fue hacer carne sino genética, por lo que la actividad consiste en la multiplicación de Choice Genetic y la venta de vientres certificados (entre 1.200 y 1.400 al año) entre cientos de clientes de todo el país, además de algunas colocaciones en el exterior.
Cuenta con un plantel de 250 madres y el stock total de animales varía entre 2.800 a 3.200, que generan de 18.000 a 20.000 litros de efluentes diarios. “Hasta octubre del año pasado, cuando instalaron el nuevo sistema, lo usaban para fertilizar el campo con una estercolera”. “Cada animal produce entre 8 y 10 litros diarios de efluentes”.
Con este sistema todos los efluentes del día se elaboran al siguiente”. Mientras tanto se acumulan en un tanque sellado de cemento de 75.000 litros, con capacidad para almacenar durante tres días.
El proceso consiste en el traslado del efluente por mangueras hasta la máquina, que se mueve (autopropulsada) sobre rieles por encima de una pista compuesta de aserrín o cáscara de arroz (celulosa inerte) a la que inyecta el líquido con una alta carga bacteriana. En la parte inferior, el mecanismo tiene un rolo dentado que va removiendo el aserrín. Todo bajo una cubierta de chapas transparentes que incorpora la acción solar en el proceso.
“Por ahora los resultados entusiasman a más de uno”, sostuvo, y reiteró que se trata de “un producto nuevo en Argentina, con un alto volumen de generación en una granja de cerdo”. También consideró que “el valor de mercado del compost va a depender del volumen mensual que se pueda abastecer”.
El destino del producto aún es una incógnita porque no investigó el mercado, pero sabe que se orientará a la producción orgánica, sobre todo de olivos o huertas. Incluso a la exportación, previa autorización del Senasa.
Todos los datos de las actividades en el día en la granja se suben a una computadora. Cuenta con 8 empleados y a modo de comparación nos dice que su granja es la segunda mayor empleadora de la zona después de la comuna.
A partir de este año van a trabajar en forma conjunta con la Universidad Nacional del Litoral para desarrollar y perfeccionar el sistema que ya a nivel nacional. Este sistema es único a nivel nacional y ya ha sido patentado para protección de su realizador.