Es claro que, precisamente, el Papa Francisco siente especial admiración por su connacional, tal y como lo evidencia en una misiva del año 2013: “El Cura Brochero tiene la actualidad del Evangelio, es un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la misericordia de Dios… No se quedó en el despacho parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de la fe”, reseñó el Santo Padre.
En la homilía de la ceremonia de canonización en 2016, el Pontífice asimismo destacó que el santo está entre aquellos que “han alcanzado la meta, han tenido un corazón generoso y fiel, gracias a la oración: rezaron con todas sus fuerzas, lucharon y vencieron”.
Sacerdote a lomo de mula, pobre con los pobres
José Gabriel del Rosario Brochero nació el 16 de marzo de 1840, en el paraje Carreta Quemada, cerca de Santa Rosa de Río Primero, en el norte de Córdoba (Argentina). Fue ordenado sacerdote el 4 de noviembre de 1866.
Tras desempeñar su ministerio sacerdotal en la catedral de Córdoba y ser prefecto de estudios del Colegio Seminario Nuestra Señora de Loreto, el 19 de noviembre de 1869 fue elegido vicario del departamento de San Alberto, territorio de unos 10 mil habitantes, y de toda Traslasierra (región geográfica argentina conocida antes como ‘Curato de San Alberto’). El sacerdote se instaló entonces en Villa del Tránsito (2000 m.s.n.m.), localidad que desde 1916 lleva su nombre: Villa Cura Brochero. Para llegar allí viajó tres días entre las montañas a lomo de mula, su fiel compañera de viaje, ‘Malacara’.
Más adelante, San José Gabriel jugó un papel decisivo en la asistencia a la población durante la epidemia de cólera que se desató en Córdoba (1867). “Se le veía correr de enfermo en enfermo, ofreciendo al moribundo el religioso consuelo, recogiendo su última palabra y cubriendo las miserias de sus deudos. Este ha sido uno de los períodos más ejemplares, más peligrosos, más fatigantes y heroicos de su vida”, señaló uno de sus amigos, Ramón J. Cárcano, como parte de uno de los testimonios recogidos para el proceso de canonización.
El cura gaucho murió ciego, contagiado de lepra, por los propios enfermos a los que atendía. El P. Guido Ricotti, actual párroco de Villa Cura Brochero (Córdoba) afirmó: “[El padre] Murió de la forma en que vivió, con mucha humildad y sencillez”.