Aquel 10 de enero de 1973 marcó un hito en la historia de San Justo. El tornado dejó más de 60 muertos, rescatados de los escombros de lo que alguna vez fuera un centro urbano, a los que se le sumaron más de 500 heridos. El resto del pueblo que sobrevivió a ese inusual ensañamiento de la naturaleza, colaboró con albergues para las 1.500 personas que quedaron sin viviendas.
Las crónicas periodísticas de ese año revelaban la desesperación de las horas inmediatas a la tragedia. Un periodista del Diario El Litoral de Santa Fe, describía el desolador panorama que, según su propia apreciación no se podía definir con palabras: “El área devastada ofrecía, esa mañana (el día después del tornado), la imagen que deber ser común a los centros urbanos sometidos a un bombardeo, con la salvedad de que aquí fue la fuerza de la naturaleza y no la inconsciencia de los hombres la que sembró muerte y desolación”.
¿Cómo fue la llegada del tornado?
Después de una mañana de un intenso calor, al mediodía se vieron pasar enormes nubes torrecúmulos. Cerca de las 13:00 cayeron algunos chaparrones aislados, debido al alto contenido de humedad relativa y a la extrema inestabilidad que había, se percibía una pestilencia como de azufre.
A las 14:15,1 en las inmediaciones de las vías del Ferrocarril General Belgrano, en pleno campo, se formó un tornado categoría F5. El tornado duró unos 7 minutos. Se desplazó unos 1500 m hacia el sur, devastando todo a una anchura de 300 m, una cuadra a cada lado del bulevar Roque Sáenz Peña, que cruza la ciudad de norte a sur.
Es el único tornado de tal magnitud registrado en la Historia no solo de Sudamérica, sino de todo el hemisferio sur.
*Extracto de nota de Carlos Yesciani (El Litoral)