Una noche de hace medio siglo la legendaria Bombonera se convirtió en el campo de batalla donde al cabo de un bochornoso “todos contra todos” entre Boca y Sporting Cristal fueron expulsados 19 jugadores, tres terminaron en el hospital y en Lima falleció la madre de Orlando de la Torre, descompensada cuando vio las imágenes de su hijo en medio de batahola.
El desdichado episodio del 17 de marzo de 1971 marcó el abrupto final de un empate 2-2 que dejaba a Boca eliminado del Grupo 1 de la Copa Libertadores que compartía con Rosario Central y los peruanos Universitario y Sporting Cristal.
En el partido del que hoy se cumplen 50 años Boca necesitaba ganar para avanzar, mientras que, ya eliminado, Sporting sólo jugaba por el honor y en todo caso por la posibilidad de favorecer la clasificación de Universitario. La jugada que desencadenó la batalla que algunos diarios sensacionalistas denominaron “de Stalingrado” se originó a tres minutos del final cuando Boca percutía en busca de desnivelar una igualdad de 2 a 2.
En su informe el árbitro uruguayo Alejandro Otero estableció una simulación de Roberto Rogel, pero a la distancia de medio siglo el defensor mendocino jura que le habían cometido penal.
“Voy a buscar un centro, la pelota queda boyando y cuando voy a cubrirla de espaldas al arco, me pegan en los tobillos y me hacen caer. Y ahí mismo, desde el suelo, escucho gritos y cuando me levanto ya había tremendo desbole. Fue un hecho violento, desagradable, de los que sería mejor olvidarse. Cuando (Armando) Ovide reclamó el penal, lo sirvieron, y ya después todo fue un caos de corridas y demás”, evocó Rogel.
Otro de los protagonistas directos de los incidentes fue el delantero Jorge Coch, quien alude a un supuesto planchazo en perjuicio de Ángel Clemente Rojas: “Esa noche el ambiente estaba muy pesado. Gracias a Dios la gente no se metió, porque hubiera sido mucho peor. A mí jamás me habían expulsado de un campo de juego, pero en ese momento, en caliente, no sé qué me pasó. Fue todo muy rápido. Tiré un par de trompadas, después con mi amigo Rubén Palacios corrimos a otro peruano, le pegué, pero también recibí, eh. Me dejaron seis tapones marcados en la espalda”.
“Cada uno contaba su historia. Me preguntaron si yo era el jugador número 7 de Boca y respondí que sí. Les dije que había corrido de un lado a otro tratando de separar y que las cosas se calmaran. Entonces me mostraron unas imágenes: Palacios agarraba a un peruano de atrás y yo le pegaba. ¡El número 7 de Boca podía verse desde 50 metros! Me dieron un año y medio de suspensión, pero el presidente Lanusse me dio la amnistía”.
En primera instancia La Confederación Sudamericana de Fútbol aplicó sanciones irrisorias, por lo bajas, pero a comienzos de abril la AFA actuó de oficio y suspendió a Rogel (16 meses), Antonio Cabrera (14 meses), Coch y Silvero (un año), pero en vísperas del Día de los Trabajadores fueron todos indultados.
En la desdichada noche copera el árbitro Otero expulsó a 19 jugadores; esto es, todos menos los arqueros (Rubén Sánchez y Luis Rubiños), más Julio Meléndez Calderón, brillante defensor limeño que por entonces gozaba de la idolatría de la hinchada de Boca. En realidad, Sánchez sí había intervenido en la reyerta, pero el árbitro recién lo advirtió una vez que lo pusieron al tanto sus asistentes, un línea brasileño y otro ecuatoriano.
Campos (fractura de tabique nasal y corte en el labio superior) y Fernando Mellán (conmoción cerebral en primer grado) fueron trasladados al Hospital Argerich, mientras el comisario de la seccional 24 decidía llevar detenidos a todos los futbolistas, incluso al entrenador de Boca, José María Silvero, y al árbitro uruguayo Otero.
*Con información de El Litoral-Imagen Revista El Gráfico