San Justo todavía llora por la perdida del defensor que todos querían.
En su época de esplendor, cuando José Vignatti transitaba su primera etapa como presidente de Colón de Santa Fe, cuentan que fueron reiteradas sus visitas a la casa donde vivía junto a sus padres –tenía una numerosa familia– para convencerlo de que comience a entrenarse en la entidad del barrio Centenario, algo que nunca ocurrió debido a otros planes que Cristian tenía para su vida.
Compartió categoría con Claudio Enría (exjugador de Colón de Santa Fe), con quien fueron a probar suerte a Newell’s Old Boys de Rosario, donde no se adaptó y decidió una vez más volver a su ciudad de origen. Luego fue contratado por un poderoso equipo del norte del país para jugar los certámenes de ascenso del fútbol nacional, donde fue figura y pudo desplegar lo mejor de su repertorio. Pero cuentan que volvió a pasar sus vacaciones a San Justo, donde conoció al amor de su vida y decidió dejar su sueños de lado para seguir el instinto de su corazón.
En los años que le siguieron a su carrera deportiva se cansó de llevar su talento a cada cancha de Liga Santafesina de Fútbol. Muchos consideran que como él no hubo otro igual en esta clase de torneos. En los últimos tiempos se encontraba trabajando en el club de sus amores, donde su hermano Hernán es el actual entrenador de la Primera División.
Será recordado por sus largas e interminables sobremesas, por su llegada justo a tiempo a algún lugar donde estuviera el fuego prendido y algo bueno para tomar. El primero en llegar, el último en irse. Apasionado por las cartas, por amaneceres con amigos, contando anécdotas o riéndose de cualquier cosa, o de cualquiera. Defectos un montón, virtudes muchas más. Se fue Zuringa, quien con su talento dejó una huella profunda de borrar, la misma que sus amigos sienten por el desprendimiento de su partida.
Fuente: Diario Uno