ATENTADO EN ESTAMBUL: 39 MUERTOS

Turquía sigue siendo objetivo predilecto del terrorismo. Un total de 39 personas, al menos 15 de ellas extranjeras, fueron asesinadas durante la celebración del Año Nuevo por un hombre que atacó a tiros la selecta discoteca “Reina” de Estambul. Hasta esta noche se contaban 65 heridos -21 de ellos de gravedad- y el tirador se había dado a la fuga y era intensamente buscado por la policía.

Además de turcos, entre las víctimas mortales hay ciudadanos jordanos, tunecinos, saudíes, sirios, canadienses, iraquíes, libios, marroquíes, libaneses, israelíes, indios, belgas y varios heridos franceses. Según fuentes diplomáticas, no había víctimas latinoamericanas.

La matanza ocurrió unos minutos después de la una de la madrugada cuando un hombre armado con un arma larga se acercó a la entrada de la discoteca y abrió fuego, matando a un civil y al policía que custodiaba la entrada. Luego, entró en la sala y empezó a disparar al azar contra la multitud, dejando decenas de cadáveres a su paso. Había entre 500 y 600 personas en el local, el más exclusivo de la noche de Estambul.

Muchas personas se tiraron desde las terrazas de la discoteca al Bósforo para escapar de las balas y fueron rescatados por los buques de la guardia costera. Unos 17.000 policías habían sido desplegados en Estambul para asegurar las festividades de Año Nuevo. Las autoridades lanzaron de inmediato la búsqueda del tirador, que al cierre de esta edición seguía prófugo. El primer ministro Binali Yildirim dijo a la televisión que el terrorista consiguió escapar gracias a los momentos de pánico que siguieron a su ataque y abandonó el arma en la discoteca. El premier también negó, como se había informado inicialmente, que el terrorista hubiese estado disfrazado de Papá Nöel.

El ministro del Interior, Suleyman Soylu, dijo que la Policía había puesto en marcha varias operaciones para capturar al terrorista “y esperamos que sea rápidamente detenido”. Las autoridades turcas no lo confirmaron pero varios testigos aseguraron a la agencia turca ‘Dogan’ que el terrorista profirió gritos en árabe. Ningún grupo se había atribuido el ataque, aunque varias pesquisas apuntaban a la rama local del ISIS.

Sefa Boydas, futbolista profesional que pasaba la fiesta de Año Nuevo en la discoteca atacada, dijo a la agencia AFP que “algunos asistentes se desmayaron y la gente se pisoteaba entre sí para escapar”. Maximilien, un turista italiano citado por la misma agencia, lamentaba que había ido con unos amigos a pasar la fiesta “pero de pronto todo fue un caos y una noche de horror”.

El presidente turco Recep Tayyip Erdogan dijo en un comunicado que el ataque pretendía “sembrar el caos en el país”. Según Erdogan, los atentados, obra de diferentes organizaciones terroristas desde el ISIS hasta los prokurdos del PKK, se llevan a cabo “para destruir la moral del país y sembrar el caos centrándose en civiles”.

El presidente añadió que su Administración hará todo lo necesario “para garantizar la seguridad de los ciudadanos” y “erradicar estas amenazas y ataques”. “Toda vida perdida es extremadamente dolorosa pero no hace más que reforzar nuestra determinación”, asegura el comunicado.

Turquía ha sido también objetivo del terrorismo del PKK, la rama armada de los rebeldes kurdos que está en la lista de organizaciones terroristas de Washington y Bruselas.

La discoteca “Reina” es una de las más selectas del barrio de Ortakoy, en la zona de Besiktas del lado europeo de Estambul. El local bailable tenía seguridad armada en la puerta, pero el terrorista consiguió asesinar al policía que le cerraba el paso. En “Reina”, según los medios locales, suele verse a estrellas de los equipos de fútbol turco o celebridades de la televisión y el cine.

Turquía empieza 2017 como acabó 2016, un año trágico por la cantidad de atentados sufridos. Apenas el 10 de diciembre se produjo uno de los peores atentados del año con 44 muertos y casi 200 heridos en un ataque a las puertas de un estadio de fútbol tras un partido. El 17 de diciembre fueron asesinados 14 soldados. El año terrorista acabó el 19 de diciembre con el asesinato a tiros del embajador ruso en Turquía, Andrei Karlov. Sin contar que en el mismo período el país recrudeció su participación en la guerra de Siria y el gobierno sufrió un fallido golpe de Estado luego del cual hubo una feroz purga de disidentes en el Estado y en la prensa.

Esta noche, los viandantes dejaban flores y velas bajo la mirada de una decena de policías armados con metralletas que seguían custodiando el lugar. Una lona azul cubría la fachada del establecimiento, frente al cual había un charco de sangre. “Habíamos venido para pasar un buen rato, pero todo se transformó en caos, en una noche de terror”, explicó a la TV Maximilien, un turista que hacía la cola en la entrada cuando llegó el agresor. “Hacia las 01h15, oímos disparos de kalashnikov, y nos dijimos que quizá era gente que había bebido demasiado y se estaba peleando”. Luego “la gente empezó a tirarse al suelo”, narró un testigo, Albert Farhat, a la cadena libanesa LBCI. “Fue mi pasaporte lo que me salvó la vida, porque lo llevaba junto al corazón”, explicó al mismo canal un libanés herido, François al-Asmar, explicando que una bala había tocado el documento.

El ataque suscitó una ola de reacciones de indignación en el mundo. Washington, Moscú, París y Berlín, así como el papa Francisco, lo condenaron con firmeza.

Turquía lleva más de un año en guerra contra los rebeldes en su territorio y desde hace meses sus militares actúan en Siria, básicamente para impedir que los kurdos sirios se hagan con un territorio que una sus regiones siria e iraquí y ocupen las ciudades controladas hasta ahora por el ISIS, como la iraquí Mosul o la siria Raqqa.

Compartir
ads
ads
ads
ads