Las vallas, las banderas con las rayas y las estrellas, el turismo patriótico a la capital y el merchandising político son parte del decorado de todas las asunciones presidenciales en Estados Unidos, pero mañana el magnate que sorprendió al país y al mundo, Donald Trump, jurará como jefe de Estado en medio de un clima poco común de polarización que promete movilizar a cientos de miles de personas.
El corazón de Washington, donde se encuentra la Casa Blanca y el Capitolio, amaneció hoy completamente vallado, cerrado al tránsito de autos y con mucha seguridad. Las gradas para observar mañana el tradicional desfile del presidente recién asumido desde el Congreso, donde jurará, hasta la Casa Blanca, donde fue colocado el podio central, ya están listas.
A sólo unas cuadras de allí la vida continuaba como siempre, excepto por algún cartel sutil blanco y azul que, pegado a los semáforos, recuerda que mañana es la Inauguración del Presidente número 45 del país. Excepto por alguna caravana de autos negros y blindados oficiales que pasa a toda velocidad tocando bocinas incisivas, el ritmo cotidiano del resto de la ciudad siguió intacto hoy.
El corazón de la capital de Estados Unidos era otra historia. Convertido en un gran parque peatonal, cientos de personas, familias enteras, grupos de estudiantes y amigos pasearon hoy, sacaron fotos de los edificios, los memorials y la previa de un día que, para muchos de los que votaron a Trump en noviembre, promete ser histórico. Todos, sin excepción, tenían las emociones a flor de piel. Lo único que los diferenciaba era si habían llegado a Washington para celebrar mañana o para protestar al día siguiente.
Al avanzar por la avenida Pensilvania, donde mañana será el gran desfile presidencial después de la jura, las conversaciones políticas abundan. Las personas se miran de pies a cabeza, se buscan y se analizan para descubrir si vinieron a celebrar o a protestar. Algunos eligen identificarse con una gorra de Trump o con alguna remera a favor de los derechos de las mujeres, pero muchos caminan sin insignias especiales.
En la víspera de la asunción de Trump, en Washington, los estereotipos del votante del magnate ya no sirven. Los hay de todas las clases sociales, jóvenes, de mediana edad, veteranos, familias enteras y grupos de amigos. Lo único que los delata es su alegría y su buen humor.
Se siente la tensión, las miradas que inspeccionan, los oídos que intentan escuchar conversaciones ajenas; pero todos evitan las confrontaciones e iniciar una discusión que, según algunos reconocen lejos de los micrófonos, no saben con qué tono y en qué términos puede terminar.
Primer acto oficial: visita al cementerio de Arlington
El primer acto oficial de la ceremonia de asunción presidencial de Estados Unidos comenzó hoy con la visita del mandatario electo y su vicepresidente, Mike Pence, al cementerio de Arlington, en las afueras de Washington, para depositar un arreglo floral en la tumba del soldado desconocido.
En un breve ceremonia que comenzó pasadas las 15.30 (las 17.30 de Argentina), Trump colocó el arreglo floral frente la tumba del soldado desconocido y mantuvo un minuto de silencio junto a su compañero de fórmula y a la reducida audiencia que presenció el primer acto oficial de la asunción presidencial.
Trump y Pence ingresaron juntos al lugar de la ceremonia, que dio inicio a los tres días de actos oficiales de investidura, en un país que se encuentra polarizado entre quienes apoyan y quienes rechazan las políticas que propone aplicar el magnate republicano. Los primeros en ingresar al predio del cementerio fueron los hijos de Trump, encabezados por la mayor, Invanka, quien se espera que ocupe un importante papel en el gobierno de su padre; seguidos los nietos y la futura primera dama, Melania, vestida de riguroso negro.
Luego de hacer un minuto de silencio frente a la tumba, Trump y Pence se retiraron sin pronunciar palabra, y se dirigieron al centro de Washington, donde el cantante de música country Toby Keith abrirá el concierto ‘Make America Great Again‘.
El programa de la ceremonia
Los actos por la investidura del republicano Donald Trump como presidente de Estados Unidos, a la que se prevé que asistan mañana unas 900.000 personas, estarán marcados por tres días de celebraciones, incluido el clásico desfile desde el Capitolio a la Casa Blanca, pero más allá de aquellas, también habrá numerosas protestas contra el mandatario que jurará a la hora 14 (Argentina).