RELATOS DEL HORROR DE UNA GUERRA. POR LUIS BRASIL

Hoy se  cumplen 35 años del hundimiento del General Belgrano el suceso más trágico de la Guerra de Malvinas, si fue un 2 de mayo de 1982 en aguas del Atlántico Sur y allí estaba Luis Brasil un conscripto de San Justo con 20 años en medio de un conflicto bélico entre Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña.

Bien vale a modo de homenaje a aquellos héroes, recordar pasajes del reportaje realizado por Carlos Yesciani para diario El Litoral.

“Parece mentira que ya hayan pasado tantos años. En el pueblo, sigue intacto el recuerdo de Malvinas, y más aún en las provincias del sur del país que vivieron de cerca la batalla. Lo comprobamos en todo el trayecto del viaje que hace algunos días emprendimos a Ushuaia.

No estábamos preparados ni física ni psíquicamente, estábamos obligados a ir.

Salimos a navegar el 23 de abril. A la semana siguiente llegamos a Usuhaia, a reabastecernos de alimentos y municiones.

De ahí salimos a la cercanía de Malvinas y ése fue el último viaje del crucero, porque el día 2 de mayo a las 16 horas, el submarino atómico disparó dos torpedos al buque, que terminaron con el Belgrano. Recuerdo que el día anterior, el 1º de mayo, alcanzamos a escuchar por radio los partidos de fútbol, porque era un día domingo. Ese 1º de mayo estuvimos todo el día practicando, haciendo “zafarrancho de combate y abandono del buque”.

Lo trágico ocurrió el lunes 2 de mayo a las 4 de la tarde. No nos dio tiempo a nada, porque en la primera explosión el buque se transformó de día en noche, porque se apagaron todas las luces que tenía y se cubrió de una nube de humo con un olor muy raro. Pensamos que había explotado una máquina, a los pocos segundos hubo otra explosión en la otra punta del barco; con ésa se inclinó más el buque, y ahí sí comenzaron a gritar que nos habían atacado.

En ese momento no hubo sirena, no hubo nada, porque con la primera explosión se cortaron todas las vías de comunicación que tenía el buque. Lo único que atinamos a hacer es ir al número de balsa que tenía cada uno; en el medio de la humareda cada uno corría desesperado para su balsa.

Todo estaba programado para que salieran 20 personas por balsa, pero en el momento de hacer el abandono se produjo una gran confusión, ya que algunas balsas no se abrieron, otras se pincharon, otras de alejaron del buque, y ahí nos entró la desesperación de agarrar cualquier balsa, la más cercana; entonces, en algunas había 35 personas y en otras terminaron siendo 5, después nos enteramos. Las balsas estaban a la deriva en el mar, adentro tenían equipos de primeros auxilios, equipos de reparación por alguna avería, y también remos, pero en ese momento nada sirve por la gran bravura del mar.


Estuvimos a la deriva 17 horas. Otras balsas permanecieron así por más de 25 horas. Fuimos avistados al día siguiente por un avión argentino, y éste avisó a tres buques de nuestra Armada, quienes al día siguiente nos rescataron.

Nos llevaron hasta Río Gallegos. Luego, nos trasladaron en avión a Puerto Belgrano, donde estaba la flota de mar.

Hoy soy un sobreviviente más de aquel triste episodio. Por suerte pude vivir para contarlo, tengo familia y sobre todo trabajo, ya que hay muchos de mis ex compañeros que no pudieron conseguirlo.”

Imagen de Archivo

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