Desde su banca en el Congreso se mantuvo en esa línea y hasta se diferenció del resto de los legisladores al sortear su dieta, en un acto puramente demagógico.
El rechazo de Milei a lo que él llama “la casta” quedó plasmado desde el minuto cero de los 100 días que lleva como Presidente, cuando el 10 de diciembre de 2023 dio su discurso de asunción de espaldas al Congreso.
Veinte días más tarde apretó por cadena nacional a los legisladores para que aprobaran el proyecto de Ley Ómnibus que acababa de enviar al Congreso. Pero ese paquete de leyes, que en realidad fueron ideadas y redactadas por Federico Sturzenegger para un eventual gobierno de Patricia Bullrich, naufragó en el recinto de la Cámara de Diputados en los primeros días de febrero, luego de varias semanas de negociaciones y modificaciones.
El duro revés político que sufrió el oficialismo en el Parlamento despertó la ira del Presidente, quien desde Israel descargó en las redes sociales toda su furia contra “la casta”, a la que acusó de ponerse “en contra del cambio que los argentinos votamos en las urnas”, como si los diputados y los gobernadores no hubiesen sido elegidos democráticamente.
“Sabemos que no va a ser fácil cambiar un sistema donde los políticos se hicieron ricos a costa de los argentinos que se levantan todos los días a trabajar”, manifestó Milei en una publicación titulada La casta contra el pueblo, apostando una vez más al discurso de la antipolítica.
Semanas después, viajó a Corrientes para participar de un mitin libertario, en el que definió al Estado como “una organización criminal” y calificó al Congreso como un “nido de ratas”.
La guerra de Milei con los gobernadores que casi fractura al país
Días antes de que que comenzara a tratarse la Ley Ómnibus en la Cámara de Diputados, trascendió una supuesta declaración del Presidente a sus ministros durante una reunión de Gabinete: “Los voy a dejar sin un peso, los voy a fundir a todos”. Se estaba refiriendo a los gobernadores que se oponían a ciertos artículos del proyecto.
Tras el fracaso del oficialismo en el Congreso, Milei cumplió su palabra y tomó represalias contra las provincias, a las que les quitó los fondos para el transporte y la educación, además de discontinuar el envío de alimentos a los comedores populares.
El gobernador de Chubut, Ignacio Torres, fue el primero en plantarse. “Si no nos quitan la pata de encima, no sale un barril más de petróleo”, amenazó desde el Sur. El reclamo del patagónico fue apoyado por casi todos los mandatarios provinciales.
Milei soltó a su jauría de trolls contra “Nachito”, al que pretendió agredir retuiteando memes en los que se veía al mandatario chubutense con rasgos de una persona con síndrome de down o caracterizado como un menor de edad rodeado de adultos con slips ajustados y bultos prominentes. Una apología a la pedofilia.
En ese escenario de tensiones con gobernadores y legisladores, Milei volvió al Congreso el 1° de marzo para inaugurar un nuevo período de sesiones ordinarias. Detrás de un atril, y parado arriba de un banquito para parecer más alto, el Presidente habló durante más de una hora y volvió a insultar con vehemencia a toda la clase política, aunque sobre el final del discurso invitó a los gobernadores a negociar la aprobación de un nuevo paquete de leyes en el “nido de ratas” a cambio de recursos para las provincias. El viejo y conocido “toma y daca” de la política que el libertario venía a desterrar.
El periodista Alejandro Bercovich le asestó un duro golpe al corazón del discurso oficialista de austeridad y motosierra al descubrir que el 28 de febrero el Presidente había firmado un decreto para aumentar su sueldo y el de todo su Gabinete en un 48% en apenas un mes. Para eso sí había plata.
Apenas le cantaron piedra libre, Milei no tuvo mejor idea que echarle la culpa a Cristina Kirchner por otro decreto que había firmado 14 años atrás. La expresidenta apeló a la ironía para responderle: “Firmó, cobró y lo pescaron. Más casta no se consigue”.
Acorralado por el escándalo, y desesperado al ver cómo las evidencias iban a contramano del mantra de “no hay plata” que se cansó de repetir desde el día de su asunción, el jefe de Estado corrió a los estudios de LN+ para darle una entrevista al periodista Antonio Laje a primera hora de la mañana. Sobreactuó indignación al aire, anunció que derogaría el DNU y, en el medio de la nota, echó al secretario de Trabajo, Omar Yasín, de quien ni siquiera se acordó el nombre, y que no había tenido nada que ver con la firma de ese decreto.
La convocatoria a sesión en el Senado para tratar el mega DNU 70/2023 que Milei había firmado en diciembre y el consecuente rechazo por parte de la Cámara baja volvieron a activar el ataque sincronizado por parte del troll center libertario, primero contra la titular del cuerpo, Victoria Villarruel, y luego contra los senadores que votaron en contra del decreto, quienes fueron escrachados en redes sociales con nombre, foto de su rostro, teléfono y dirección de e-mail. El Presidente celebró la nueva embestida del escuadrón tuitero dándole “me gusta” a muchas de esas publicaciones.
La obsesión por las redes sociales y el manejo de la comunicación oficial
Durante el mes de enero, en apenas diez días, el Presidente atacó a tres periodistas mujeres por las redes sociales. Primero a Silvia Mercado, de LN+, quien había informado que los mastines ingleses de Milei habían llegado a Olivos. Luego a Luisa Corradini, del diario La Nación, quien cubrió el Foro de Davos y publicó que la mitad del auditorio se encontraba vacío durante el discurso que dio el jefe de Estado. Por último, a María O’Donnell, de Urbana Play, porque en su programa radial un cronista dijo desde Ezeiza que Milei iba a volver en helicóptero a Olivos. A las tres las acusó de “mentirosas” y de “operar” en su contra.
Los periodistas varones Martín Rodríguez Yebra (La Nación) y Marcelo Bonelli (Clarín, Radio Mitre y TN) tampoco se salvaron de los tuits agresivos del Presidente.
En su discurso del 1 de marzo en el Congreso, por cadena nacional, Milei dio un paso más y lanzó sus dardos contra “los medios de comunicación que viven de la pauta oficial y formadores de opinión ensobrados que miran para el otro lado o que eligen cuidadosamente a quién acusar y a quién no”. Fue entonces que anunció el cierre de Télam por considerarla una “agencia de propaganda kirchnerista”. A los tres días, la sede de la agencia de noticias estatal amaneció vallada, la web fue desactivada y sus trabajadores fueron suspendidos. Rasgos demasiado autoritarios para un Gobierno que se dice liberal.
La obsesión por el control de la imagen y el relato quedó expuesta aquella noche de la apertura de sesiones en el carácter que tuvo la transmisión oficial. Al margen de la inteligente estrategia de mover una ceremonia que históricamente se hizo de día al prime time de la televisión (franja horaria de mayor audiencia) y generar expectativa en las horas previas sobre posibles anuncios económicos de enorme relevancia que terminaron llevando el rating a 35.9 promedio, durante el discurso de Milei las cámaras solo enfocaron a los ministros del Gabinete, a los legisladores de La Libertad Avanza, y a la nutrida claque de libertarios que aplaudían desde las gradas después de cada punto y aparte presidencial.
La construcción del relato a partir de montajes en los medios y las redes es un recurso que ya había sido empleado los primeros días de gobierno, cuando Milei y sus ministros salieron al balcón de la Casa Rosada a saludar, como si en la Plaza de Mayo hubiera una multitud, aunque apenas había unos pocos turistas y transeúntes. La difusión de imágenes realizadas con inteligencia artificial en las que se ve un león de enormes dimensiones guiando a una muchedumbre de “argentinos de bien” comparten esa línea. Milei suele dar muchas entrevistas, pero nunca en territorio hostil. Casi siempre a medios y periodistas que no lo incomodan.
Fue en una entrevista con tres de esos periodistas que Milei aprovechó para atacar a la cantante Lali Espósito, a quien llamó “Lali Depósito” y acusó de haber cobrado de varios gobiernos provinciales por sus shows.
La polémica repercutió con fuerza en las redes sociales. Los trolls libertarios replicaron y amplificaron las agresiones, la comunicad artística y el multitudinario fandom de Lali salieron a bancar a la cantante, y entre todos terminaron empujando los algoritmos y llevando la discusión hacia donde le interesaba al Gobierno: lo más lejos posible del dato de inflación de enero del 20,6% que el Indec iba a difundir al día siguiente.
El uso desproporcionado que Milei y su ejército de trolls hacen de las redes es uno de los pilares sobre los que se sostiene el relato oficial. En ese universo virtual, todo vale: fake news, imágenes adulteradas, teorías conspirativas o hasta el hecho de pelearse con una cuenta falsa de Axel Kicillof, o con un actor fallecido hace unos años como Hugo Arana por algo que dijo en un video que se reflotó en X, o con la maestra jubilada del colegio Cardenal Copello, a la que el mandatario acusó de “robacámara, embustera y mentirosa” por el simple hecho de haberle pedido que mejore las jubilaciones y el salario docente.
Por momentos, la lógica del escrache permanente en las redes se traslada a mundo real. En Expoagro, el Presidente aseguró que durante el gobierno de Alberto Fernández en la quinta de Olivos “se almorzaba y se cenaba con champagne Cristal todos los días”. Luego debió retractarse: “Me dicen que la información acerca del consumo de champagne en Olivos en la anterior administración era incorrecta. Disculparse cuando uno se equivoca es lo que corresponde”, admitió por la red X.
Un caballo suelto en el hospital
Durante la campaña presidencial se viralizó un video de Milei frente a una pizarra, arrancando papelitos que contenían los nombres de los ministerios que pensaba eliminar en caso de llegar a ser presidente. “¡Afueeera!”, gritaba con agresividad cada vez que lograba arrancar una de esas etiquetas.
Cuando le llegó el turno al Ministerio de Obras Públicas, Milei falló en el primer intento, pero lo logró en el segundo. Y gritó: “¡Afueeera… aunque te resistas!”. Milei se estaba peleando con un papelito.
En los discursos que brindó en el Foro de Davos y en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) en Washington, afloró la idea del enemigo imaginario. El Presidente aseguró que “Occidente está en peligro” y advirtió sobre “el avance del socialismo” en el mundo, a pesar de que la caída del Muro de Berlín se produjo hace más de 30 años.
En una nota publicada en The Wall Street Journal con el título “El nuevo presidente de Argentina ama a sus perros, pero no tanto a la gente”, el periódico estadounidense intentó analizar la psiquis de Milei y su peculiar relación con sus “hijitos de cuatro patas”, a quienes la sociedad argentina solo conoce por fotos viejas y el único indicio de su existencia son los caniles que se mandaron a construir en la quinta de Olivos.
En la biografía ‘El Loco’, el periodista Juan Luis González describe al líder libertario como un hombre profundamente solo, carente de afecto y de una gran inestabilidad emocional.
El senador peronista José Mayans fue un poco más allá y puso en duda la salud mental del Presidente. “Yo creo que tiene sus facultades mentales alteradas. Habría que hacerle una pericia psicológica y ver si este muchacho está en condiciones de seguir conduciendo los destinos del país”, consideró.
Al margen del inapropiado diagnóstico del formoseño, ciertas actitudes de Milei confirman algún tipo de carencia de habilidades sociales. El Presidente puede pasar de los efusivos besos de lengua con su novia Fátima Florez, los desmesurados abrazos y elogios a Donald Trump o la emoción hasta las lágrimas en el Muro de los Lamentos a la indiferencia con aquellas personas que sufrieron el trágico temporal en Bahía Blanca, un comentario desubicado sobre el tamaño del pene de un burro frente un grupo de estudiantes secundarios del colegio Cardenal Copello, o un chiste inoportuno sobre “los comunistas” cuando dos de esos alumnos se acababan de desmayar al lado suyo.
“¿Es o se hace?”, parece ser la pregunta que flota en el aire frente a cada episodio que involucra al Presidente. Lo cierto es que Milei, a partir de su perfil outsider, el relato mesiánico, la melena desprolija, los exabruptos o el uso abusivo de las redes sociales logró captar la centralidad en cada uno de los 100 días que lleva de gobierno, como aquel caballo suelto en el hospital del que habló el comediante estadounidense Jhon Mulaney.
Con información de C5N