Es difícil explicar qué fue lo que pasó en la Legislatura de Santa Fe. Al menos es difícil explicar el cómo pasó. El consenso fiscal que firmaron en noviembre del año pasado el gobernador Miguel Lifschitz y el Presidente Mauricio Macri hizo ruido desde el primer momento. En ese momento algunos legisladores ya cuestionaron el acuerdo porque suponía modificaciones de tributos, facultad que no tiene el gobernador sino la Legislatura. El tema fue muy discutido y el año pasado no se llegó a un acuerdo, lo que permitió que Nación empezara a retacear recursos a Santa Fe, como el del fondo sojero que no llegaba porque no estaba el pacto fiscal aprobado.
Este jueves por la mañana el Movimiento Obrero Santafesino se manifestó frente a la legislatura para expresar su rechazo al proyecto. Los dirigentes sindicales fueron recibidos por los senadores justicialistas, diputados del justicialismo y de la izquierda y también por diputados socialistas, entre los que se encontraba el presidente de la Cámara, Antonio Bonfatti. Al finalizar el encuentro emitieron un comunicado ratificando su “absoluto rechazo al pacto fiscal”. Pero el pacto se aprobó, aunque no fue algo fácil y se necesitó mucha rosca política para destrabarlo.
El oficialismo provincial ató esa iniciativa a que se apruebe la reforma tributaria y hasta transcurrida una hora de sesión en Diputados se seguía negociando. “Complicado”, reconocía un diputado del PRO a esa altura de la tarde. Pero los acuerdos políticos se cierran de un momento al otro.
En ese momento, el jefe de la bancada socialista, Rubén Galassi, pidió el tratamiento sobre tablas de la reforma tributaria –el consenso fiscal debía ser aprobado primero en el Senado, algo que estaba sucediendo en ese momento–. Para eso se necesitaba el voto afirmativo de las dos terceras partes de los presentes. Los números estaban justos, tan justos que al momento de votar faltaban dos legisladores que estaban en el hall de la Legislatura dando notas periodísticas y eso hizo que fracasara la votación. Alejandro Boscarol (UCR) y Germán Mastrocola (Cambiemos) llegaron corriendo al recinto y mientras tomaban asiento avisaban que el sistema de identificación de las bancas no los había reconocido para la votación. Incluso hubo otros diputados que intentaron hacer lo imposible para que sean reconocidos para votar mientras llegaban a sus bancas. Pero todo fue en vano.
En medio de la confusión fue la diputada de Cambiemos, Alejandra Vucasovich, la que encontró la soga para sacar al oficialismo del pozo en el que había caído. Pidió un cuarto intermedio donde terminaron de consensuar las posiciones y al volver a retomar la sesión se pidió la reconsideración de la votación. El radical Santiago Mascheroni pidió que se vote el pedido de tratamiento sobre tablas de los dos proyectos: de la reforma tributaria y del pacto fiscal. Eso generó la reacción del peronista Luis Rubeo que acusó que en la cámara se estaban “haciendo cosas nunca vistas en la historia de la Legislatura”.
Acto seguido, su par, Leandro Busatto, pidió la palabra para avisar que abandonaba la sesión que consideraba que estaba “al borde de la nulidad”, ya que consideraba que se habían “violado los mecanismos procedimentales del reglamento”.
El presidente de la Cámara lo invitó a Busatto a leer el artículo 117 del reglamento de la Cámara que es el que hace referencia a la reconsideración del voto. “De ninguna manera creo que hemos violado lo que está expresado en el reglamento de la Cámara”, sentenció Bonfatti.
Pero Rubeo le retrucó a Bonfatti que solo se atenía al reglamento. “Pero desde el punto de vista político, si yo logro que los tres diputados que vengan yo los voy a buscar y pido un cuarto intermedio para que lleguen, esto significa que puedo votar cualquier tema en cualquier momento y cambiar el curso de la votación. Todos sabemos que desde el punto de vista político es una barbaridad”, sostuvo.
Luego Bonfatti dijo que había 47 diputados presentes, por lo que se necesitaban 32 para llegar a las dos terceras partes de los presentes. Los números le dieron justo: 32 votos positivos contra 14 negativos (el presidente no vota) que fueron del interbloque del PJ, el Frente social y Popular y el bloque Igualdad y Participación. Y se habilitó la discusión que luego terminaría en aprobación.
Los cuestionamientos se escucharon en la Cámara de Diputados y llegaron desde los sectores de izquierda y el justicialismo. Varios legisladores se preguntaron por qué había que votar el consenso fiscal. Rubeo dijo que hubo un acuerdo entre el PRO y el Frente Progresista provincial para cobrarle más impuestos a los santafesinos. La reforma tributaria, que está atada al consenso fiscal, sigue siendo absolutamente benévola con los sectores de la economía provincial que más tienen y le cargan a los que menos tienen. Cómo se explica que a las cerealeras radicadas en Santa Fe le sigan cobrando el 0,25% y a todos los ciudadanos le van a aumentar el impuesto inmobiliario en las categorías más bajas entre el 25 y el 28%. Esto nunca se vio”.
Carlos del Frade (FSP), recordó la reunión que mantuvieron algunos legisladores con el ministro de Economía de Santa Fe, Gonzalo Saglione, en la que el funcionario explicó los alcances del pacto fiscal. Del Frade habló de “la honestidad intelectual de Saglione”, quien en ese encuentro reconoció que había una “pérdida de autonomía” de la provincia que se comprometía a resignar recursos propios para ser compensados por fondos que llegarán de la Nación.
“La única que gana con este pacto es Buenos Aires. ¿Qué gana Santa Fe?”, se preguntó y dijo que la adhesión para que Nación pague su deuda “es un acto de fe”. Luego disparó: “Hoy los fondos de los santafesinos se manejan en Buenos Aires con los criterios del Fondo Monetario Internacional”.
Otro legislador que cuestionó duramente la adhesión fue Rubén Giustiniani (IP) al asegurar que “este pacto atrasa y violenta a la República”. Además aseguró que se violenta el federalismo y que “los gobernadores firmaron este pacto con un revólver en la cabeza”.
La pregunta que quedó rondando en el recinto fue: ¿Qué gana Santa Fe con el consenso fiscal? Sin embargo, luego de todas las exposiciones y argumentaciones, parece que la pregunta tendría que ser reformulada para plantear el siguiente interrogante: ¿Qué es lo que no pierde Santa Fe con el consenso fiscal?
Antes había sido aprobado en la Cámara de Senadores por unanimidad.