El ingenio y la creatividad para proveer droga a una élite

En medio de la cuarentena, con una gran parte de la economía paralizada (y así seguirá hasta el 26 de abril), lo que empieza a mostrar síntomas de movimientos en las sombras, porque es una actividad ilícita y clandestina, es el narcotráfico, que provee de sustancias prohibidas a aquellas personas que tienen un problema de adicción, de salud, que también persisten de manera casi invisible en sus hábitos a pesar de las restricciones.

El narcotráfico es uno de los rubros delictivos más “creativos”, como señalan los investigadores judiciales, “siempre un paso adelante” de quienes persiguen estas tramas ilegales. En este periodo de aislamiento inédito empezó a verse esa capacidad inventiva.

Para ver cómo se mueve este engranaje en las sombras hay que mirar quiénes están exceptuados para transitar. Un caso puntual que ocurrió en Rosario esta semana muestra cómo se adapta el negocio de la venta y distribución de drogas.

El lunes pasado, los efectivos de la Agencia de Investigación Criminal esperaban la orden del fiscal para allanar la casa de Yanina Alvarado, la hermana de Esteban, uno de los narcos más importantes de Rosario que actualmente está preso en el penal de Piñero. Los agentes, que estaban en autos de civil, notaron que varios vehículos, con aspecto de ser remises, paraban en la puerta de esa residencia en Cochabamba al 6800. Alguien salía de la vivienda y les alcanzaba un paquete e inmediatamente después seguían su camino.

Unas horas después, cuando los efectivos al mando del comisario Maximiliano Bertolotti entraron a la casa ubicada en la zona oeste confirmaron sus sospechas. Los autos que se detenían allí eran deliverys de droga, una tendencia en la distribución de sustancias prohibidas que se impuso a la fuerza por la cuarentena obligatoria. Este nuevo “servicio” puerta a puerta y en clase ejecutiva provocó que el valor de la cocaína trepara entre un 70 y 100 por ciento.

“Estas sustancias estaban destinadas a una élite que puede pagar precios tan altos, por un servicio que podríamos decir que es ejecurivo”, explicó una fuente de la investigación.

En el domicilio de Yanina Alvarado, que fue condenada en marzo de 2018 a siete años de prisión en una causa por narcotráfico, los policías encontraron cinco kilos de marihuana, un balde repleto de municiones (más de 200 proyectiles) y tres pistolas, una de ellas calibre 9 milímetros. No se secuestró cocaína en ese momento pero los investigadores advirtieron que era la droga que más se vendía en ese lugar, de acuerdo a las anotaciones que encontraron.

La casa de Yanina Alvarado funcionaba como un centro de distribución de drogas a minoristas. Entre la documentación que incautó la policía había cuadernos con anotaciones en las que figuraban los compradores por el nombre de la marca de los autos.

“Por ejemplo, Meriva 100 gramos y un monto de dinero”, señaló a Aire de Santa Fe uno de los efectivos que participó del operativo, que explicó ese caso puntual, porque cuando hacían tareas de inteligencia en la zona vieron a ese modelo de vehículo parar en la puerta de la casa.

Otro punto que les llamó la atención a los uniformados fue el valor de la droga, que durante la cuarentena aumentó entre un 70 y un 100 por ciento, que –según señalaron– se debe a la “escasez del estupefaciente debido a las fronteras cerradas con Bolivia y Paraguay, y los mayores controles en las rutas que vienen del norte”.

Desde que el presidente Alberto Fernández decretó el 26 de marzo pasado el cierre total de las fronteras, las fuerzas de seguridad federales secuestraron un solo cargamento en la zona limítrofe, hecho que se produjo el jueves en Misiones.

La misma medida que tomó la Argentina la dispusieron los países limítrofes que son productores de estupefacientes, como Bolivia y Paraguay.

La cocaína y marihuana no traspasa la frontera por los pasos legales, sino por los beneficios que dan los límites porosos, plagados de caminos clandestinos. Por ejemplo en la zona de Salvador Mazza, en Salta, donde este periodista estuvo en varias oportunidades, están los campos que le fueron expropiados recientemente al narco Delfín Castedo, uno de los proveedores históricos de cocaína del norte, que actualmente está preso en la cárcel de Ezeiza.

En el Aibal y El Pajeal, dos parajes aislados del chaco salteño, de muy difícil acceso –sólo se puede llegar allí por un camino de tierra serpenteante en pésimas condiciones– la demarcación del límite entre Bolivia y Argentina es un alambrado de 1,20 metros de altura. La finca de Castedo, que en parte fue expropiada y ahora la administra la Universidad de Buenos Aires, llega hasta ese alambrado. Del otro lado del límite, en un campo de 3000 hectáreas, la propietaria es su hermana Roxana, casada con Mario Morfulis Herrera, un narcotraficante boliviano, detenido en enero de 2019 en Yacuiba por la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) de Bolivia y entregado días después a la Argentina.

El problema que enfrentan los narcos que históricamente manejaron el tráfico ilegal en la frontera son las dificultades para que la droga llegue al límite internacional. El mayor flujo de cocaína arriba a la frontera por la ruta 9 en territorio boliviano, que une Santa Cruz de la Sierra con Yacuiba. Ese camino, que siempre tiene un tráfico incesante ahora está desierto por la cuarentena dispuesta en Bolivia, según el diario El Deber, de Santa Cruz de la Sierra.

Ocurre lo mismo en la ruta 34, del lado argentino, por lo que más allá de que estén cerradas las fronteras lo que dificulta la llegada a las ciudades del centro del país, donde está el mayor número de consumidores, de la droga es la logística. Ese eslabón clave en la trama del tráfico de drogas pertenece a la economía legal, que actualmente está paralizada.

Lo mismo ocurre en Paraguay, el primer productor de marihuana de Sudamérica. Los pasos ilegales de la frontera fluvial y seca abundan en el noreste. Uno clave está en Puerto Mado, a 25 kilómetros de El Dorado, en Misiones. El jueves efectivos de Gendarmería de Escuadrón 13 de Iguazú, secuestraron 270 kilos de marihuana. Como ocurre generalmente en esa zona, los gendarmes no detuvieron a nadie, sólo los bultos de marihuana que estaban, según el comunicado de esa fuerza, escondidos en el monte.

Fue el primer cargamento que se secuestra en esa zona fronteriza con Paraguay desde el inicio de la cuarentena. Esa zona de Puerto Mado era territorio exclusivo de un personaje que vive en Santa Fe, Thierry André Polus, detenido el 4 de febrero de 2013 y tres años después condenado en un juicio abreviado a cinco años y once meses de prisión. Polus, quien vive en Granadero Baigorria fue calificado por el actual ministro de Seguridad de Buenos Aires, Sergio Berni, como el “rey de la marihuana”.

Con la logística que usualmente usa el narcotráfico cortada de manera momentánea por la cuarentena, aparecen personajes temerarios que arriesgan todo porque el precio de los estupefacientes creció más que el alcohol en gel. Una fuente de la Justicia federal señaló que un ejemplo de ese perfil desesperado es el de Reinaldo Wabeke, el muchacho conocido mediáticamente como el viudo de la anciana Adelfa Volpes, que fue detenido con cinco kilos de cocaína en la autopista Santa Fe-Rosario, en un control vial por la cuarentena.

*Fuente Aire de Santa Fe

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